jueves, 20 de agosto de 2020

BERNARDO AÑOR: FIGURA DE LA VINOTINTO QUE ENFRENTÓ A MARADONA EN 1985

La Vinotinto de 1985 de Bernardo Añor

Rafael Lastra Veracierto

Para las redes sociales, Bernardo Añor Guillamón es el papá de los vinotintos Juanpi y Bernardo Luis.

Sin embargo, en 1985 fue figura de la selección nacional de mayores, cuando disputó las eliminatorias mundialistas contra la Argentina de Diego Armando Maradona, “El Tigre” Gareca y Jorge Valdano; el Perú de César Cueto y Juan Carlos Oblitas, y la Colombia de Pedro Zape y Willington Ortíz.

El DT de Venezuela, Walter “Cata” Roque, no solo contaba con él sino con un grupo que se consideraba el de mayor talento técnico de la época, que sabía con la pelota y pudo, como en efecto casi lo logró, cambiar el rumbo de las humillaciones.

Con su potencia física y buen manejo de balón, Añor compartía irreverencias desde el mediocampo con William “Gambeta” Méndez, Carlos Maldonado, Nelson Carrero y Asdrúbal “Memín” Sánchez, además de otros que marcaron pauta como Pedro Febles, René Torres, Robert “Bobbie” Elie, Pedro Acosta, Nicola Simonelli, Douglas “Fósforo” Cedeño, Emilio Campos y Carlos “Cachorro” Betancourt.

“¿Cómo vamos a decir algo de Guacha (César Baena, el portero oriundo de La Guaira) que siempre nos salvó de goleadas escandalosas?”, se preguntó Añor desde la sede de la Asociación de Antiguos Alumnos del Colegio San Ignacio de Loyola, en Chacao.

Se refería a aquel 26 de mayo de 1985, cuando Maradona y Pasarella anotaron dos goles de pelota quieta que fueron determinantes para la victoria argentina por 3-2 en el estadio Pueblo Nuevo de San Cristóbal.

“El gol de René fue inolvidable, pero también me acuerdo de cuando salía algo retrasado del camerino y me encontré en el túnel a Maradona y Pasarella hablando con el árbitro principal (el uruguayo Juan Daniel Cardellino), diciéndole que nosotros estábamos muy enfocados; fue cuando les grité que si querían lo arreglaran todo sin jugar el segundo tiempo. Ellos se sorprendieron al escucharme”, reveló.

En esas clasificatorias, Añor alineó en los seis partidos, en los cuales solo se obtuvo un punto honorífico el 23 de junio, cuando un gol suyo, de media volea y dentro del área, no solo estremeció los cimientos de Pueblo Nuevo sino que el guardameta colombiano Ormeño Gómez, aún debe andar buscando la pelota. Como “El Pato” Fillol con el remate de Torres.

“Antes de ese partido con Colombia, jugamos en Lima y a pesar de la derrota 4-1, fui considerado el mejor del partido. Al final (Rubén Toribio) 'Panadero' Díaz y yo intercambiamos camisetas, y luego con pena y rabia tuve que devolvérsela porque me la iban a cobrar. Esas eran las cosas que siempre nos distanciaron de la Federación”, rememoró.

En 1989, bajo los lineamientos de Carlos Horacio Moreno, volvió a vestir la elástica nacional para las eliminatorias del Mundial de Italia. Fueron días aciagos, pero le quedó la satisfacción de haber gestado dentro del área chilena el tanto vinotinto, finalmente capitalizado por el merideño Ildemaro Fernández. Venezuela cayó 1-3 en el Brígido Iriarte.

Unos meses atrás, estuvo en la Vinotinto que al mando de Moreno mostró toque e irreverencia en la Copa América de 1989 en Brasil. “Con Carlos Horacio había buen entendimiento, pues venía de ser jugador, de compartir con muchos en las canchas. Además, comprendimos de él que era posible jugar como un equipo”, destacó.

El oro de Venezuela

Añor fue convocado para entrenamientos de la selección nacional cuando estudiaba el último año de bachillerato en el Colegio San Ignacio de Loyola, ubicado en Chacao. 

Añor, a la derecha, también brilló en JJOO de Moscú 1980
         Esa actitud precoz le dio la posibilidad de ir al Preolímpico Sub-23 de Colombia en 1980. Y el esfuerzo no fue en vano: por deserción de Perú y Argentina, que decidieron plegarse al boicot promovido por Estados Unidos, Venezuela avanzó al torneo de fútbol de los Juegos Olímpicos en Moscú.

“En el preolímpico estuve en la alineación del Todos Estrellas y hay que resaltar que quedamos por encima de Brasil”, hilvanó desde sus recuerdos.

El DT Manuel Plasencia le dio su confianza en los reveses ante la URSS 4-0 (“Tuve una oportunidad de un disparo ante Dassaev, pero lo contuvo bien”, confesó) y Cuba 2-1, y en el triunfo 2-1 frente a Zambia.

“Para que te digo más, fue un descaro enorme”, comentó en torno al gol en off side del atacante cubano Ramón Núñez, validado por el árbitro español Emilio Guruceta.

“Los Juegos Olímpicos, más allá de lo ideológico, fueron una gran experiencia. Dos años después, nos vengamos de Cuba cuando la eliminamos en sus Juegos Centroamericanos. El gol que les hizo 'Fósforo' Cedeño en semifinales fue como él: alegría y más alegría”, prosiguió.

En la final contra México, tras una gran jugada de José “Cherry” Gamboa, aprovechó el rebote del portero y la envió a la red para celebrar la primera medalla de oro del fútbol venezolano.

Preparador físico a la altura

Un año antes, el mediocampista nacido en Caracas el 7 de octubre de 1959 integró el plantel vinotinto que obtuvo la medalla de bronce en los IX Juegos Bolivarianos en Barquisimeto, donde marcaría el gol del empate contra Perú.

Igualmente, estuvo en la selección que participó en los Juegos Panamericanos de Caracas en 1983: “Tuvimos un preparador físico checoslovaco, de apellido Scrinkev, que nos motivó mucho y nos enseñó qué era lo que se estaba haciendo en ese ámbito del fútbol”.

Previo a ese certamen continental, en el que se perdió 1-0 con Uruguay y se derrotó 3-2 a Bermuda, viajó a una serie internacional en la isla de Curazao. “Luego de jugar contra el Santos allá, tuve el honor de captar la atención de mi ídolo Pelé, quien elogió mi desempeño en la cancha. La foto que nos tomamos la tengo grabada en mi memoria”, manifestó.

Bernardo Añor inició su carrera profesional en 1981 con el Deportivo Italia, para luego ir al Deportivo Táchira, Destroyers de Bolivia, donde jugó la temporada de 1985, y el Caracas FC.

 

“Estudiantes de Mérida me vino a buscar a los 15 años, pero estaba muy bien en el Loyola, en el que jugué en todas sus categorías”, puntualizó quien comenzaría sus andanzas con la esférica a la edad de seis años, de la mano del Padre Miguel Ángel Calvo.

Se retiró del circuito rentado de balompié en 1992, con la franela del Deportivo Italia. Quien escribe fue testigo de su declaración a los medios de comunicación social: “Todo me lo ha dado el fútbol”.

Tanto así, que sus hijos Juan Pablo y Bernardo Luis no solo lo emularon al ser jugadores de este deporte. También lo equipararon en el orgullo Loyaltarra y Vinotinto. 

Twitter: @rala1970   

rafaelastra@gmail.com

martes, 28 de enero de 2020

LOYOLA SC: 97 AÑOS DE TRADICIÓN Y CULTO AL FÚTBOL VENEZOLANO

Antonio El Cojito Rodríguez: figura legendaria del club

Rafael Lastra Veracierto



Desde 1923, cuando el Padre Feliciano Gastaminza formó el primer equipo de fútbol del Colegio San Ignacio de Loyola, hasta la actualidad, no hay dudas del invaluable aporte de esta institución educativa a la génesis y consolidación de este deporte en Venezuela
El Loyola alienta el devenir del fútbol nacional, como semillero inagotable de atletas, quienes también procuran ser buenos ciudadanos.
“El fútbol venezolano le debe al Loyola una imagen de constancia, calidad, competitividad y sobre todo, para entender a este deporte como parte de la educación del ser humano”, afirmó Gustavo Maggi, uno de sus exalumnos y jugador de categorías aficionadas entre 1960 y 1972.
La magnanimidad y el respeto por el adversario, que se inculcan desde muy temprano en las aulas y canchas del Loyola, destacan en el himno de este colegio, ubicado en el municipio Chacao: “(…) es la ley que nos rige y nos gobierna, la de ser ante todo caballeros; ni por ser en la lucha los primeros, despreciar al valiente contendor (…)”.
Insignia Loyaltarra
       “Los valores morales y espirituales del colegio están por encima de un gol; cuando uno de nuestros niños y jóvenes va a la cancha, sabe eso perfectamente”, añadió Maggi, cuyo padre con el mismo nombre fue expresidente de la Federación Venezolana de Fútbol (1960-1961) y además, en 1966, se convirtió en el primer criollo en participar del Comité Central de la FIFA.

Orgullo rojiblanco
       Defender los colores rojos y blancos del Loyola representa un orgullo para sus sacerdotes, maestros, profesores, personal administrativo, profesional y obrero; padres, representantes, alumnos, exalumnos e hinchas, dado que no se pueden obviar los resultados deportivos, a lo largo de casi una centuria.
       El Loyola conquistó cuatro títulos (1925, 1943, 1944 y 1948) en la era amateur, denominada entonces “Primera División”, y quedó subcampeón en otras cinco ocasiones: 1942, 1945, 1951, 1952 y 1954.
       Adicionalmente, se adjudicaron dos ediciones de la Copa Venezuela, en 1942 y 1943, tras derrotar en las respectivas finales al Litoral FC y Dos Caminos.
       Entonces, la rivalidad en los rectángulos de juego con el equipo del colegio La Salle había configurado el primer gran clásico del balompié nacional, en especial entre los aficionados de la capital de la República.
       “Caracas era una ciudad muy pequeña, no había televisión y esos partidos entre Loyola y La Salle acaparaban la atención de la gente, y se convertían en noticia para los periódicos”, refirió Maggi.
       En 1954, el paroxismo de esa rivalidad fue motivo de preocupación para el Papa Pío XII, quien recomendó a las autoridades eclesiásticas de ambos colegios que evitaran las confrontaciones físicas y verbales de fanáticos y jugadores.
       “Yo estaba en el camerino del Loyola en ese momento, compartía con los jugadores y creo que la rivalidad con La Salle siempre fue manejable”, terció al respecto Carlos Eduardo Gómez, exalumno y exjugador Loyaltarra, quien es el presidente de la Fundación Venezuela Fútbol.
       “Lo que pasaba era que La Salle tenía 8 o 9 importados, que ganaban muy bien, y siempre propiciaban pleitos en la cancha con los 8 o 9 criollos del Loyola”, reveló.
       En 1956, el Loyola decidió retirar a su equipo de la máxima categoría aficionada y un año más tarde tampoco se inscribió en el primer campeonato de fútbol profesional organizado en el país (identificado como la Liga Mayor), en el cual se tituló la Universidad Central de Venezuela (UCV), que contaba con varios jugadores de la cantera rojiblanca.

El campeón que no pudo ganarle
       Sin embargo, uno de sus jugadores emblemáticos, Carlos “El Cojo” Rodríguez, con quien el Loyola había ganado en 1943, impulsó la presencia de su insignia futbolística en la Limayor: nació Estudiantes FC y culminó en el tercer lugar de la competencia, luego de disputar ocho partidos.
       Este equipo debutó el 24 de agosto de 1958 en el estadio Olímpico de la UCV, donde venció 2-0 al Deportivo Portugués, que a la postre se coronó en esa campaña y tenía entre sus figuras al goleador Vinotinto, René Irasque.
Estudiantes ganó tres encuentros, empató otros tres (dos de ellos ante La Salle) y solo perdió en dos oportunidades frente al Deportivo Español, cuya máxima estrella era el brasileño Helio Rodrigues Pinto, apodado “El Mulato”, y quien había jugado con Garrincha y Nilton Santos en Botafogo.
       En ese conjunto Loyaltarra, bajo la dirección técnica del vasco Triki Azpiritxaga, brillaron el portero Freddy Brandt, el atacante José Ángel Vidal Douglas (quien fue fichado en 1950, proveniente del Dos Caminos); el mediocampista Luis Noya, así como Adolfo Sola, Jesús Landáez, Gustavo Monterola, César Díaz, el brasilero Jorge Farah y el habilidoso Antonio “El Cojito” Rodríguez. 
El reconocimiento que se profesa a los hermanos Rodríguez en la comunidad Ignaciana se extiende a las nuevas generaciones. Su legado es fuente de inspiración.

Semillero inagotable
El experimento profesional del Loyola no se extendería más de dos años, mientras que la Limayor acaparaba la atención mediática.
Hasta ese momento, las selecciones nacionales de fútbol se nutrían de los jugadores de los colegios católicos del país y de otras escuadras de renombre de la época.
Richard Páez ha elogiado su cantera
Fue así desde 1926, cuando por primera vez la selección nacional de fútbol jugó dos partidos amistosos ante el Deportivo Santander de Colombia, en el engramado del Hipódromo de El Paraíso.
En ambos cotejos que ganaron los criollos 6-1 y 4-1, los Loyaltarras Leopoldo Márquez y Santiago Pérez anotaron uno y dos goles respectivamente, mientras que otro de sus compañeros, Roberto Pérez, también alcanzó elogios de la crítica deportiva.
No obstante, a principios de los años 70, la mayoría de los colegios de Caracas -entre ellos, el Loyola- apostó por la formación desde las categorías menores, en aras de incorporarse a las ligas estudiantiles recién confeccionadas. Es decir, se desvincularon de la tutela de la FVF.
Al respecto, el Padre Miguel Ángel Calvo se preocupó por buscar alianzas y fundar distintas ligas colegiales. En retribución al logro, la cancha más importante del plantel en Chacao lleva su nombre, además que se juega un torneo en su honor.
 Y es que desde que Gastaminza promovió la práctica del fútbol en el plantel y la participación de las distintas categorías, hubo representación rojiblanca en los campeonatos del Distrito Federal (DF).
Incluso, el prelado valoraba que sus equipos realizaran intercambios deportivos con otras instituciones católicas del interior del país.
En este sentido, el 1º de abril de 1939 se materializó la visita del primer equipo de fútbol del estado Mérida a Caracas; en este caso el Colegio San José. El primer desafío fue ganado por el Loyola 4-3 y en el segundo, triunfaron los andinos por 3-1.
       Sobre la base de esa vanguardia gerencial, en 1926 el Loyola se había inscrito en la Federación Nacional de Fútbol, precursora de la actual FVF.
       Diez años después, el gobierno de Eleazar López Contreras inauguró el estadio nacional en El Paraíso, donde dirimieron rivalidades deportivas Loyola y Dos Caminos.
       En las proximidades de esa zona, los estudiantes loyoleros del primer cuarto del siglo XX habían exhibido sus habilidades en unos terrenos dispuestos para la disciplina deportiva. También tuvieron oportunidad de desarrollarlas en otros espacios similares en San Martín.
       En ocasión a la visita del Club Atlético Corrales de Paraguay, en 1940, varios jugadores del Loyola integraron un combinado junto al Deportivo Español y Litoral. Aunque cayeron 0-2, la prensa de Caracas destacó el desempeño del guardameta Azpiritxaga en el césped del estadio nacional de El Paraíso.
       Con el prestigio de sus actuaciones, en 1949, el equipo de primera categoría amateur del Loyola intervino en el torneo Copa “Junta Militar de Gobierno”. Allí rivalizó con el Litoral FC, La Salle y el Deportivo Italia.
       Cuatro años más tarde, en el segundo campeonato nacional de fútbol en Mérida, el Loyola, que representaba al DF, obtuvo el título, tras batir 1-0 a los locales.

Con la frente en alto
Igualmente, en los años 40, los partidos entre equipos aficionados de fútbol se disputaban en el campo de la Cervecería Caracas, en San Agustín.
Pero en 1952, las batallas con la esférica se trasladaron al moderno estadio Olímpico de la UCV, donde Loyola y La Salle siempre supieron animar un clásico capitalino, que bien haría falta en la actualidad del balompié venezolano.
“Esos partidos eran emocionantes; el nivel técnico y táctico que se veía en el Olímpico llenaba las expectativas de la gente. Cuando Loyola o La Salle tenían que representar al fútbol venezolano en torneos internacionales, nos dejaban bien parados”, recordó Víctor José López, exdirector del diario Meridiano y miembro del Círculo de Periodistas Deportivos de Venezuela.
En febrero de 1953, tras culminar en el coso de la UCV la Copa “Coronel Marcos Pérez Jiménez” (ganada por el Millonarios de Alfredo Di Stéfano), el Loyola jugó de igual a igual ante el Rapid de Viena (Austria) y empató a tres goles.
En ese encuentro, Di Stéfano se enfundó la elástica del Loyola en el segundo tiempo. “Antonio me contó que había sido una noche gloriosa para el Loyola y por eso, se lamentaba que Di Stéfano se hubiera ido inmediatamente al Real Madrid”, rememoró Danielle Briquet, esposa de “El Cojito” Rodríguez.
Gómez también recordó el episodio y detalló: “Yo creo que Di Stéfano ya había recibido la oferta del Real Madrid en Bogotá, y cuando vino a Venezuela le hablaron de jugar un partido con Loyola y La Salle, pero lo hizo solo con el Loyola en ese juego contra el Rapid de Viena”.
Un año antes, en la Copa “Ministerio de la Defensa”, el Loyola emparejó a un tanto con el Madureira de Brasil. El gol de la igualdad lo marcó “El Cojito” Rodríguez.
En los siguientes compromisos, no fue humillado y vendió cara su derrota: 4-3 versus Deportes Quindío y 2-1 frente al Sport Barranquilla.
Ese Loyola de Rodríguez, Brandt, Noya, Díaz y Monterola evidenció presentaciones dignas ante los oponentes extranjeros.
Después de casi un siglo en estadios, canchas, camerinos, gradas y aulas de clases, el Loyola SC ha constituido un patrimonio, con impronta indeleble, en el fútbol de Venezuela.
 
Twitter: @rala1970
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