El orgullo del Penta proviene de 1977 |
Rafael Lastra Veracierto
Por el cable veía cómo se titulaba el Ciclón Azulgrana, mejor conocido como San
Lorenzo de Almagro. Si bien no ganó con claridad, mantuvo la ventaja de un penal tan generoso como evidente.
En medio de los abrazos y el merecido festejo, me imaginaba la noche en que un equipo del fútbol
venezolano llegara a semifinales de la Copa Libertadores de América, hecho
inédito en los albores del siglo XXI. Desde 2009 cuando el Caracas de
Chita San Vicente alcanzó los cuartos, ningún otro club de este país ha podido
siquiera trascender a octavos del magno evento del balompié continental. Los fracasos han sido estruendosos.
A ver si me explico: desde 2010 hasta la fecha todo se ha diluido en la intrascendencia de la mediocridad, en el oscurantismo genuflexo ante las migajas de dólares que otorga Conmebol a los participantes de la primera ronda de la competición: triste e indigno papel.
Ello sólo para entender que el fútbol venezolano no se arropa con
la Vinotinto de mayores. Hace falta mucho más, como por ejemplo renovar a la
dirigencia anquilosada de la FVF, actualizar a los entrenadores nativos en circuitos de
Suramérica, obligar a los clubes a tener una cadena de
inferiores desde Sub-12 y reducir definitivamente el campeonato local de primera división de 18 a 12 equipos...
Y los románticos que no me vengan con la
actuación del Portuguesa 1977 con Jairzinho, Peralta, Núñez y compañía. Ese equipo dirigido por
el griego Dan Giorgadis Draculis culminó en el quinto puesto de la clasificación general
(le ganó 3-0 a Internacional de Porto Alegre en Acarigua), aunque se decía por
aquel tiempo que eran las semifinales del torneo.
En realidad, ningún
equipo del fútbol venezolano ha estado entre los cuatro primeros en la historia
de la Copa Libertadores de América.
rafaelastra@gmail.com
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