Rafael
Lastra Veracierto
Ratomir Dujkovic (1992-1995) hizo énfasis
en la profesionalización del jugador venezolano y le dio facilidades en
indumentaria y material de trabajo; además de dignificar traslados y hospedajes
en las competencias de Conmebol.
José Omar Pastoriza (1998-2000) revalorizó
el concepto de la selección nacional y motivó a un grupo de jugadores para
obtener algunos resultados positivos.
Richard Páez Monzón (2001-2007) transformó
la mentalidad derrotista del futbolista venezolano y levantó para siempre su
moral. Desde entonces, la Vinotinto constituye un patrimonio de unión para los
venezolanos.
César Farías (2008-2013) fue el artífice
del recambio generacional y la actual competitividad de la Vinotinto en Suramérica.
En las antípodas de la inutilidad por
ahondar sobre el ciclo Farías, se avisora la Copa América Chile 2015. Será un
año completo sin competencia oficial, un tiempo propicio para convencer a la cúpula
de la Federación Venezolana de Fútbol (FVF) sobre la conveniencia de elegir
antes del 15 de enero al nuevo timonel de la Vinotinto.
Lamentablemente, la FVF adelantó un retroceso
histórico que aún pudiera rectificar: aguardar hasta mayo de 2014, cuando
termine el torneo clausura y se dispute la estrella del campeonato 2013-2014,
para despejar la incógnita.
¿Acaso volveremos al pasado funesto de
desperdiciar meses de trabajo con la selección? ¿Quién realizará el seguimiento
a los jugadores del extranjero? ¿Se estará pensando en no planificar ningún
partido amistoso entre enero y mayo? ¿Será que se olvidaron las humillaciones de
otrora?
Si la FVF está dispuesta a “tomar el sartén por el mango” y no malograr
la heredada competitividad internacional de la época de Farías, está obligada a
nombrar al nuevo seleccionador nacional.
Los que defienden los seis títulos
domésticos de Noel “Chita” San
Vicente y por añadidura, destacan la reciente conversación con el mandamás federativo
para mejorar las relaciones, son tan respetables como los que propugnan a
Saragó e incluso, a Rafael Dudamel, por el acceso a la copa del mundo Sub-17.
No obstante, por la magnitud del compromiso
en Conmebol, habría que volver la mirada hacia Richard Páez Monzón, flamante
campeón con Mineros de Guayana en el torneo Apertura.
Y no solamente porque Páez haya obtenido
ese performance en la tierra del Precámbrico. Es que no hay otro entrenador en
el país con la experiencia internacional que requiere la Vinotinto absoluta, que
garantice, al menos en teoría, la posibilidad de sostener en liza los buenos
resultados con la mente puesta en Rusia 2018.
Perfil ideal
En el colofón de la última eliminatoria
suramericana, cuando Uruguay había clavado la espada lacerante con aquel 0-1
injusto e inmerecido en Puerto Ordaz, pudimos conversar por el hilo telefónico
con César Alejandro Farías. Ningún otro periodista lo logró en aquellos días
lúgubres, de desmesura y hostilidad.
“Si no se pudiera clasificar al Mundial, el
nuevo técnico de la Vinotinto tendría que poseer la experiencia internacional que
necesita Venezuela para competir con reales opciones. No es fácil manejar una
eliminatoria como ésta”, nos confió Farías, quien por aquellos días se aferraba
al talismán de las matemáticas.
Aunque nunca lo declaró públicamente, el
perfil prefigurado por el entrenador cumanés apuntaba hacia Richard Páez, el
único DT nacido en Venezuela que ha ganando un trofeo en el balompié internacional:
la Copa Colombia con Millonarios de Bogotá en 2011.
Pero, además, con la Vinotinto en 2002
posibilitó una cadena de triunfos inimaginables (cayeron seguido Uruguay,
Chile, Perú y Paraguay) para una selección venezolana de fútbol en la historia
del premundial suramericano.
Definitivamente, la idea de retomar la
propuesta de Páez, no resulta descabellada. Todo lo contrario: proviene de la
lógica cartesiana y descansa sobre la base de la meritocracia deportiva.
Máxime
cuando el título conquistado con Mineros, devolvió la fe en el fútbol
espectáculo, en la identidad del balón bien trenzado, con asociaciones
talentosas, y en todo aquello que hizo de Richard Páez un caudillo venerado por
la opinión pública nacional.
“Siempre estaremos abiertos para la Vinotinto,
porque es un orgullo y además, creo que debemos hacer un gran esfuerzo por
crecer más, con una aspiración que ya no puede ser otra que ir a un Mundial de
fútbol de mayores”, ha dicho Páez.
En la vuelta olímpica que el pueblo
guayanés esperó por 24 años, Páez esquivó todo lo relacionado con la Vinotinto.
“Vamos a ser pacientes”, repetía eufórico en Cachamay, mientras era abrazado
por sus dos nietas y su esposa Yajanira.
Es el gran caudillo de Portuguesa FC,
Estudiantes de Mérida, Deportivo Táchira y Universidad de Los Andes.
El único que derrotó a una selección de
Argentina como jugador (Suramericano Juvenil de Paraguay en 1971) y director
técnico (Suramericano Juvenil de Uruguay 2003).
El mismo que en 1999 estuvo a un tris de
llevar a Estudiantes de Mérida a la inédita semifinal de Copa Libertadores de
América.
Richard Páez Monzón, el que condujo en las
tribunas del mítico Centenario (2004) la gesta heroica más importante de la
Vinotinto: golear a Uruguay por 3-0. “Sólo se lo dedico a esos héroes anónimos
que sufrieron las humillaciones; este triunfo es de toda Venezuela”, dijo
entonces.
Así, simple: Richard Páez.
No joda, Rafa. Farías cumplió un ciclo, y antes que él, Páez. O acaso quieres ver a Ricardo David de nuevo en la selección. Yo optaría por Chita, Saragó, o por un extranjero de clase media como Markarian, que lo hizo bien con Paraguay, bastante bien con Perú (volvió a la competitividad a una selección que estaba muerta) y no tiene equipo.
ResponderEliminarVálido su comentario, estimado amigo. Yo creo que para ir a una eliminatoria tan jodida como la de Conmebol se necesita un tipo con pergaminos y experiencia, como Páez. Y ello no supone la vuelta de Ricardo David a juro. En cuanto a Markarián, respeto su propuesta y seriedad. A mí me gusta más Carlos Bianchi, así le haya ido mal recientemente con Boca Juniors
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