Rafael Lastra Veracierto
De los pocos amigos que me legó el fútbol venezolano, Rafael
Dudamel. Bastante que lo vi sufrir cuando desde el arco reclamaba orden táctico
y fortaleza mental para que la Vinotinto de sus años de activo no fuera
humillada.
En 1997 me dijo "no pienso sino en la victoria",
cuando fuimos a enfrentar a la Argentina de Simeone, Zanetti y Batistuta en
Pueblo Nuevo. Aquella noche de eliminatorias mundialistas solo pudo disimular
el nuevo fracaso con un delirante gol de tiro libre, que
él pidió ejecutar.
Por ello, siempre fue un tipo muy
firme de carácter y convencido de que su aporte deslizará la trascendencia de
los que nunca rinden sus almas.
Ayer, desde la tribuna del Atahualpa
de Quito, donde lo confinaron los mafiosos de Conmebol, disfrutó de los desquicios
de Soteldo con el balón al pie; ratificó su confianza en la personalidad de
Yangel; rememoró sus tardes de grandeza con las atajadas de Faríñez y avisoró
un muro infranqueable entre Mejías y Velásquez en la zaga.
Dudamel lo ha hecho por segunda vez:
Venezuela va a un Mundial Juvenil de FIFA con mérito incuestionable. Ni la
cayapa de negro. Ni el silencio aberrante de la FVF. Nada. Solo fútbol y goles.
Corea del Sur le
espera.
Y el país lo
agradece.
@rala1970
No hay comentarios:
Publicar un comentario