Venezuela mantuvo su arco en cero en Bahía |
Rafael Lastra Veracierto
Los que
juramos no ser apóstatas del fútbol espectáculo, nos cuesta asimilarlo: el
orden táctico, bendito orden táctico.
Pero, en
la noche del 18 de junio de 2019, en el renovado Fontenova de Salvador en
Bahía, asistimos a una lección desde pitazo inicial y prácticamente hasta el
minuto 100: hubo que mantener la cordura, proponer poco y soportar el asedio de
la selección favorita de la Copa América y pentacampeona universal.
En algún
momento, el inconsciente nos trasladó hasta 1989, cuando la Vinotinto de
Maldonado, Jaimes y Stalin Rivas tocaba corto, aunque al final sabíamos que
Bebeto, Romario, Branco y compañía iban a resolver la papeleta, como en efecto
ocurrió.
Si bien
en esta ocasión no había tanto talento en la canarinha, era
imposible no sentir el peso de la circunstancia, con Brasil empeñado en
aplastar, en anotar el primero ante el sobrio Faríñez (el mejor guardameta de
América), a tenor de sus veloces circulaciones de pelota y cambios de costado
que siempre requirieron la intervención experimentada de Roberto Rosales, los
esfuerzos denodados de Ronald Hernández, las multiplicaciones de los volantes
Moreno, Herrera y Rincón; sin olvidar la templanza de los centrales: Mikel
Villanueva y Yordan Osorio, quien encarnó los milagros en tierras de dioses
africanos.
Osorio (3) fue un baluarte de la muralla vinotinto |
Osorio, que debería jugar en Porto o Benfica, nunca
dejó de estar en el sitio adecuado, in extremis, cuando Neres, Firmino y
Coutinho enloquecían con sus incursiones, auxiliados por las filtraciones de
balón de Arthur.
A diferencia
del juego contra Bolivia, Richarlison y Everton no gravitaron y ello supuso, un
dolor de cabeza menos para la muralla planificada por Dudamel, en la que
también se observaron sacrilegios de Rondón, Murillo y Machís, casi siempre a
muchos metros de distancia del arco custodiado por Alisson.
¿Y el
VAR? Bueno, es una herramienta que convenció al árbitro chileno Bascuñán y
Venezuela, en justicia, mantuvo el arco en cero, sobre todo en la fracción 87’,
cuando el cansancio era evidente y la habilitación de Villanueva se consideró
correctamente involuntaria: era el gol de la daga lacerante.
Mientras
en Conmebol se sabe que este juez de tierras araucanas no volverá a pitar un
juego de Brasil, también ha quedado escrito que Rafael Dudamel -por mucha
controversia extrafutbolística que genere en redes sociales- se sumó a César
Farías como los únicos seleccionadores nacionales que han obtenido resultados
positivos oficiales contra Brasil.
Ambos no
son cultores del jogo bonito ni ceden a presiones mediáticas
para favorecer la presencia de mediocampistas habilidosos. Se manejan por sus
convicciones tácticas: A Brasil había que aguantarle la presión, atacarlo por
los resquicios de la inteligencia y frustrarle la victoria.
“Ya vendrán
partidos para demostrar más en la faceta ofensiva; hoy no era un día para eso”,
declaró Dudamel en rueda de prensa posterior al partido.
Creo que
por estos 100 minutos ha valido la pena ser apóstata.
Twitter: @rala1970
rafaelastra@gmail.com
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